A José Mourinho lo de ser un provocador se le da cada día mejor. Es su estrategia. Entiende que es la mejor forma para quitar presión al equipo: que se hable de él y de sus gestos o palabras polémicas, según las semanas, y de nada más. Más cuando el Inter ha visto recortar a cinco puntos su distancia con el Roma, segundo en la tabla, más si se tiene en cuenta que lleva dos partidos seguidos sin marcar y más si quedan 48 horas para el duelo europeo contra el Chelsea, su ex equipo.
El Inter lleva varios años sin pasar de octavos de final. Y el portugués ha decidido desviar los focos de atención de los medios sobre sus virguerías. Tanto que hoy sólo se habla de su sanción: tres partidos y una multa de 40.000 euros por su extraña protesta en el partido del sábado contra el Sampdoria. El árbitro dejó al Inter con nueve jugadores en el minuto 39 de la primera parte: expulsó primero a Samuel y luego al otro central, Córdoba. Mourinho se mosqueó y se dirigió a las cámaras cruzando las muñecas como si le hubiesen esposado, "unos comportamientos teatreros", según la justicia deportiva italiana. Y luego, en el túnel de vestuarios, se digirió al árbitro con "frases injuriosas". El comité de competición italiano no las ha especificado. En Facebook ya se ha creado un grupo para apoyarle. "Esposas son lo que se merece el calcio", se llama. Lleva su foto, cómo no, y en pocas horas ha congregado ya a más de 1.500 miembros.
Fama de teatrero Mourinho siempre tuvo. Que le pregunten si no a Ferguson, Wenger o Rijkaard, con quienes se enfrentó en varias ocasiones. En el calcio debutó en su primera rueda de prensa, el día de su presentación, con un "no soy un 'pirla' [huevón]". La gracia duró poco. En el año y medio que lleva sentado en el banquillo del Inter ya le había multado tres veces antes: 10.000 euros por meterse con los árbitros el día de un Inter-Roma que terminó 3-3; un partido de sanción por quejarse, otra vez de los árbitros, en un Cagliari-Inter; y una multa de 13.000 euros el pasado mes de diciembre por insultar y empujar a un periodista. "Espero que me envíe un regalo para Reyes ya que le he convertido en un famoso", declaró.
En la Premier, su diana favorita era Arsène Wenger, técnico del Arsenal. "Wenger tiene un problema serio con nosotros [el Chelsea] y creo que él es el que en Inglaterra se conoce como voyeur. Le gusta mirar. Hay personas que cuando están en casa utilizan prismáticos para espiar los pisos de los demás. Wenger debe ser uno de aquellos. Y la suya es una enfermedad", dijo.
También se enfrentó a Messi, a quien después de un Barça-Chelsea acusó de ser un teatrero. "Barcelona es un gran centro cultural con grandes teatros y este chico [Messi, al que acusó de haber provocado la expulsión de Del Horno simulando una falta] ha aprendido muy bien. Ha aprendido a actuar cuando juega", declaró. En esa ocasión no se salvó ni siquiera Rijkaard. "Cuando en el descanso he visto a Rijkaard entrar en el vestuario del árbitro, no daba crédito. Cuando, en la segunda parte, Drogba fue expulsado, no me sorprendí para nada".
En el calcio, el Juventus ha sido su objeto de broma favorito. En un directo en la tele dijo que el área del Juventus mide 25 metros y llamó jubilado a Claudio Ranieri, ex técnico bianconero que también fue entrenador del Chelsea. "Tiene 70 años, es demasiado abuelo para cambiar. En Inglaterra ha tardado cinco años para aprender a decir 'good afternoon".
Mourinho en estado puro.
Mourinho en estado puro.
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