La mirada de María Alonso Mena habla; sus grandes y profundos ojos son penetrantes y elocuentes, no hay que escuchar su voz para percibir que ella es más fuerte que el duro golpe que le cambió la vida a su familia en un instante, con un dramático suceso que impactó al futbol mundial, porque en la madrugada del 25 de enero nadie podía creer que su esposo, Salvador Cabañas, el ídolo futbolístico, hubiera recibido un disparo en la cabeza en un bar de la Ciudad de México.
Durante los siguientes días, Chava Cabañas se debatió entre la vida y la muerte y ella siempre estuvo ahí, revela, conteniendo el llanto, sin flaquear, pues a partir de ese momento Dios la puso a la cabeza de su familia, no sólo para sostener a su marido en la sala de terapia intensiva, sino también a sus pequeños hijos, Santiago, de apenas ocho años, y Mía Ivonne, de casi cuatro, quienes inocentes aguardaban en casa a sus padres, sin saber lo que había ocurrido. María relata cómo debió sobreponerse a la tragedia para ir al encuentro de sus hijos y explicarles con la mayor serenidad posible que su padre había sido herido. Luego volvió a Hospital Ángeles Pedregal para velar de día y noche al lado de su esposo, afianzada con fuerza de la mano de Dios, sostenida por la fe, y alentada por las miles de oraciones que para ese momento ya se elevaban, y que confiesa, cree que obraron para que ocurriera el milagro de salvarle la vida a Chava Cabañas.
Hoy, la mujer más cercana al futbolista, quien estaba en el pináculo de su carrera como héroe del América, uno de los equipos más importantes de México, con un futuro prometedor en Europa, y con el Mundial de Sudáfrica en puerta, puede dar testimonio de que él no sólo ve, escucha, habla, camina, sino que ríe, bromea, y hasta se queja porque ya se cansó de hacer tanto trabajo de rehabilitación. La vida de los Cabañas Mena ha cambiado radicalmente, reconoce, María, pero confía en que será para bien, porque el propio Salvador le ha dicho que después de esto serán una familia más unida y feliz.
¿Hoy, cómo estás? “Bien, estamos viviendo día a día, tengo muchas fuerzas, porque he visto avances. Hoy Chava se pudo poner los tenis y eso me da mucha fuerza”, cuenta María Alonso en exclusiva a La afición.
¿Tú cómo lo ves? “Bien, por eso digo que me da mucha fortaleza, porque día a día hay avances, hoy (jueves) le puso más resistencia a la bicicleta, y lo soportó muy bien, ha hecho sentadillas, camina solo, se puso los champions (tenis), como decimos en Paraguay”.
¿Cómo es un día en el hospital? “Es muy ajetreado, él se levanta a las ocho de la mañana, se baña y empieza a hacer sus ejercicios, desayuna, come solo, luego otra vez viene otra terapia, ya sea pulmonar u ocupacional y la comida; entonces, pasa muy rápido el día, porque a cada hora tiene actividades”.
¿Te han dicho si habrá secuelas? “Yo no lo sé, el doctor no sabe qué secuelas va a tener; entonces, no sé, pero confió en Dios que si va a haber secuelas, van a ser las mínimas”.
¿Qué te dice Chava cuando están a solas? “Vamos a salir de ésta, vamos a ser una familia feliz, yo le voy a echar muchas ganas, Es lo más lindo que me puede decir, aparte de que me quiere y que me ama, porque se ve que él quiere curarse, mentalmente es muy fuerte”.
¿Él ha llorado? “Sí, cuando yo le cuento o le digo: ‘alguien vino a visitarte’, se emociona y llora, cuando le muestro videos se emociona y llora”.
¿Hay gente que le emociona recibir? “Sí, él elige a quién quiere ver y con quién quiere platicar, o simplemente se hace el dormido cuando se cansa”. En su trato personal, ¿sigue siendo Salvador el mismo? “Sigue siendo el mismo, callado, de repente le digo: ¿Qué te pasa? Me dice: ‘Nada, sólo estoy serio’. Es él y bromea mucho, cualquier cosa que le dicen empieza a bromear. Vino Omar (Rodríguez, ex futbolista), lo quiere mucho, y le andaba jalando el pelo, lo apretaba, se reía con él”.
De aquí se irán a otro hospital, ¿será otra prueba más? “Son procesos, estoy consciente de que son procesos que él tiene que ir pasando, de repente me dice: ‘Estoy aburrido de tantas cosas’. Pero no se puede hacer nada, tiene que ser así, tiene que realizar sus actividades; se desespera, pero son procesos que tiene que pasar, no puede saltar eso”. Se habla que después de México podría ir a otro país a rehabilitarse, ¿te mudarás adonde sea? “Sí, por supuesto, adonde sea, de hecho cuando hablamos así o vemos la compu enfrente de él, dice: ‘¿Qué dicen?’ Yo le digo: ‘Están hablando de dónde te quieres rehabilitar; y dice: ‘¡Donde sea mejor!’ Es lo de menos; que los niños pierdan la escolaridad, ya no es tan importante, lo vamos a saber manejar, porque a ellos se les está preparando para superar esto lo mejor posible”.
¿El padre de Salvador Cabañas declaró en Paraguay que no le interesaba que volviera jugar futbol, que él solamente quería a su hijo? “Sí, eso es lo principal, que regresé con nosotros como esposo y como hijo, que esté vivo y quedé sin secuelas”.
¿Qué vuelva a jugar o no es secundario? “Sí, lo principal es su vida, ya si juega o no juega, es secundario”. ¿Qué es lo que tú sientes, crees que volverá a jugar? “Yo creo que sí va a volver a jugar, va a volver a jugar no sé en cuanto tiempo, pero sí lo hará, porque es muy fuerte y lo va a hacer, sí lo creo”. Un día Salvador me dijo que temía a una lesión que lo alejara del futbol... “Como todo futbolista tiene miedo a una lesión grave, ¡imaginen esto. Él todavía no tiene una memoria corta, la reciente, pero la memoria antigua la tiene intacta, se acuerda de todo, de las fechas y todo, pero en la memoria reciente la fecha todavía se le olvida.
¿Te preocupa? “De repente sí, quiero que ya esté bien y que esté consciente de todo, pero el doctor dice ‘es normal’ Puede dar el click en una semana que se despierte y se acuerda en cualquier momento o puede durar meses: todos los días les hago preguntas a los médicos y me dicen no hay que preocuparse, en algún momento va a despertar, de hecho ya empieza a preguntar, sabe donde está, pero todavía no está consciente de todo”.
¿Qué le pediste a Dios en el momento más crítico, y que le pides ahora? “En ese momento le pedí que le salvará la vida, que nos regresará a mí, a mi esposo, y a los niños, a su papá; hoy le pido su sanación completa, que no queden secuelas, es lo que le pido hoy”.
¿Es milagro que veas a tu esposo prácticamente de pie? “Sí, está de pie, está caminando solo, sólo por preocupación le agarramos de la mano; sí es un milagro, porque el amor de la gente, las oraciones de la gente, es lo que le ha salvado; cuando decimos milagro queremos un espectáculo, pero el milagro es respirar, mover una mano, poder ver”.
¿Siempre supiste que iba a vivir? “En ningún momento dudé, el doctor me dijo: ‘En el peor de los casos se puede morir’. Pero yo no lo creí en ningún momento, porque hablé con él (Chava), a lo mejor si no me hubiera hablado, cuando vinimos a urgencias, a lo mejor lo hubiera creído, pero estuvo consciente, me estuvo hablando hasta que lo sedaron; entonces, nunca pensé que se iba a morir”.
¿Tú dijiste que nunca te percataste de la magnitud de lo sucedido? “A veces me da coraje que no me hayan dicho en el bar, que era lo que tenía, yo no sabía, pensaba que traía un golpe y fue en el camino que me enteré, pero ni le creí al paramédico, le dije: ‘¡No es posible, me viene hablando!’ Pero hasta en eso estuvo Dios conmigo, porque a lo mejor si me lo dijeran ahí ‘le dieron un disparo’, no habría tenido tanta fuerza”.
¿Es una pesadilla lo que has vivido? “No lo llamaría una pesadilla, nunca lo vi así, a lo mejor es un momento de prueba para nosotros, una prueba muy dura, todavía es una película, lo quiero manejar así, lo manejo así con los niños como un cuento, a la niña le manejo como una película, estamos a la mitad y todavía no vemos el final, pero nos podemos imaginar un final feliz”.
laaficion.milenio.com
Durante los siguientes días, Chava Cabañas se debatió entre la vida y la muerte y ella siempre estuvo ahí, revela, conteniendo el llanto, sin flaquear, pues a partir de ese momento Dios la puso a la cabeza de su familia, no sólo para sostener a su marido en la sala de terapia intensiva, sino también a sus pequeños hijos, Santiago, de apenas ocho años, y Mía Ivonne, de casi cuatro, quienes inocentes aguardaban en casa a sus padres, sin saber lo que había ocurrido. María relata cómo debió sobreponerse a la tragedia para ir al encuentro de sus hijos y explicarles con la mayor serenidad posible que su padre había sido herido. Luego volvió a Hospital Ángeles Pedregal para velar de día y noche al lado de su esposo, afianzada con fuerza de la mano de Dios, sostenida por la fe, y alentada por las miles de oraciones que para ese momento ya se elevaban, y que confiesa, cree que obraron para que ocurriera el milagro de salvarle la vida a Chava Cabañas.
Hoy, la mujer más cercana al futbolista, quien estaba en el pináculo de su carrera como héroe del América, uno de los equipos más importantes de México, con un futuro prometedor en Europa, y con el Mundial de Sudáfrica en puerta, puede dar testimonio de que él no sólo ve, escucha, habla, camina, sino que ríe, bromea, y hasta se queja porque ya se cansó de hacer tanto trabajo de rehabilitación. La vida de los Cabañas Mena ha cambiado radicalmente, reconoce, María, pero confía en que será para bien, porque el propio Salvador le ha dicho que después de esto serán una familia más unida y feliz.
¿Hoy, cómo estás? “Bien, estamos viviendo día a día, tengo muchas fuerzas, porque he visto avances. Hoy Chava se pudo poner los tenis y eso me da mucha fuerza”, cuenta María Alonso en exclusiva a La afición.
¿Tú cómo lo ves? “Bien, por eso digo que me da mucha fortaleza, porque día a día hay avances, hoy (jueves) le puso más resistencia a la bicicleta, y lo soportó muy bien, ha hecho sentadillas, camina solo, se puso los champions (tenis), como decimos en Paraguay”.
¿Cómo es un día en el hospital? “Es muy ajetreado, él se levanta a las ocho de la mañana, se baña y empieza a hacer sus ejercicios, desayuna, come solo, luego otra vez viene otra terapia, ya sea pulmonar u ocupacional y la comida; entonces, pasa muy rápido el día, porque a cada hora tiene actividades”.
¿Te han dicho si habrá secuelas? “Yo no lo sé, el doctor no sabe qué secuelas va a tener; entonces, no sé, pero confió en Dios que si va a haber secuelas, van a ser las mínimas”.
¿Qué te dice Chava cuando están a solas? “Vamos a salir de ésta, vamos a ser una familia feliz, yo le voy a echar muchas ganas, Es lo más lindo que me puede decir, aparte de que me quiere y que me ama, porque se ve que él quiere curarse, mentalmente es muy fuerte”.
¿Él ha llorado? “Sí, cuando yo le cuento o le digo: ‘alguien vino a visitarte’, se emociona y llora, cuando le muestro videos se emociona y llora”.
¿Hay gente que le emociona recibir? “Sí, él elige a quién quiere ver y con quién quiere platicar, o simplemente se hace el dormido cuando se cansa”. En su trato personal, ¿sigue siendo Salvador el mismo? “Sigue siendo el mismo, callado, de repente le digo: ¿Qué te pasa? Me dice: ‘Nada, sólo estoy serio’. Es él y bromea mucho, cualquier cosa que le dicen empieza a bromear. Vino Omar (Rodríguez, ex futbolista), lo quiere mucho, y le andaba jalando el pelo, lo apretaba, se reía con él”.
De aquí se irán a otro hospital, ¿será otra prueba más? “Son procesos, estoy consciente de que son procesos que él tiene que ir pasando, de repente me dice: ‘Estoy aburrido de tantas cosas’. Pero no se puede hacer nada, tiene que ser así, tiene que realizar sus actividades; se desespera, pero son procesos que tiene que pasar, no puede saltar eso”. Se habla que después de México podría ir a otro país a rehabilitarse, ¿te mudarás adonde sea? “Sí, por supuesto, adonde sea, de hecho cuando hablamos así o vemos la compu enfrente de él, dice: ‘¿Qué dicen?’ Yo le digo: ‘Están hablando de dónde te quieres rehabilitar; y dice: ‘¡Donde sea mejor!’ Es lo de menos; que los niños pierdan la escolaridad, ya no es tan importante, lo vamos a saber manejar, porque a ellos se les está preparando para superar esto lo mejor posible”.
¿El padre de Salvador Cabañas declaró en Paraguay que no le interesaba que volviera jugar futbol, que él solamente quería a su hijo? “Sí, eso es lo principal, que regresé con nosotros como esposo y como hijo, que esté vivo y quedé sin secuelas”.
¿Qué vuelva a jugar o no es secundario? “Sí, lo principal es su vida, ya si juega o no juega, es secundario”. ¿Qué es lo que tú sientes, crees que volverá a jugar? “Yo creo que sí va a volver a jugar, va a volver a jugar no sé en cuanto tiempo, pero sí lo hará, porque es muy fuerte y lo va a hacer, sí lo creo”. Un día Salvador me dijo que temía a una lesión que lo alejara del futbol... “Como todo futbolista tiene miedo a una lesión grave, ¡imaginen esto. Él todavía no tiene una memoria corta, la reciente, pero la memoria antigua la tiene intacta, se acuerda de todo, de las fechas y todo, pero en la memoria reciente la fecha todavía se le olvida.
¿Te preocupa? “De repente sí, quiero que ya esté bien y que esté consciente de todo, pero el doctor dice ‘es normal’ Puede dar el click en una semana que se despierte y se acuerda en cualquier momento o puede durar meses: todos los días les hago preguntas a los médicos y me dicen no hay que preocuparse, en algún momento va a despertar, de hecho ya empieza a preguntar, sabe donde está, pero todavía no está consciente de todo”.
¿Qué le pediste a Dios en el momento más crítico, y que le pides ahora? “En ese momento le pedí que le salvará la vida, que nos regresará a mí, a mi esposo, y a los niños, a su papá; hoy le pido su sanación completa, que no queden secuelas, es lo que le pido hoy”.
¿Es milagro que veas a tu esposo prácticamente de pie? “Sí, está de pie, está caminando solo, sólo por preocupación le agarramos de la mano; sí es un milagro, porque el amor de la gente, las oraciones de la gente, es lo que le ha salvado; cuando decimos milagro queremos un espectáculo, pero el milagro es respirar, mover una mano, poder ver”.
¿Siempre supiste que iba a vivir? “En ningún momento dudé, el doctor me dijo: ‘En el peor de los casos se puede morir’. Pero yo no lo creí en ningún momento, porque hablé con él (Chava), a lo mejor si no me hubiera hablado, cuando vinimos a urgencias, a lo mejor lo hubiera creído, pero estuvo consciente, me estuvo hablando hasta que lo sedaron; entonces, nunca pensé que se iba a morir”.
¿Tú dijiste que nunca te percataste de la magnitud de lo sucedido? “A veces me da coraje que no me hayan dicho en el bar, que era lo que tenía, yo no sabía, pensaba que traía un golpe y fue en el camino que me enteré, pero ni le creí al paramédico, le dije: ‘¡No es posible, me viene hablando!’ Pero hasta en eso estuvo Dios conmigo, porque a lo mejor si me lo dijeran ahí ‘le dieron un disparo’, no habría tenido tanta fuerza”.
¿Es una pesadilla lo que has vivido? “No lo llamaría una pesadilla, nunca lo vi así, a lo mejor es un momento de prueba para nosotros, una prueba muy dura, todavía es una película, lo quiero manejar así, lo manejo así con los niños como un cuento, a la niña le manejo como una película, estamos a la mitad y todavía no vemos el final, pero nos podemos imaginar un final feliz”.
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